Ahora que la barra se ha convertido en el principal reclamo de locales de moda y el concepto de gastrobar se presenta como la última innovación en la cocina, conviene reivindicar a los que, desde siempre, han apostado por este tipo de gastronomía, basada en el buen producto y en el difícil reto de hacer bueno lo sencillo.
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Cuando los padres de los actuales propietarios -Miguel Ángel y José Rausell- abrieron el bar Rausell en 1948 en lo que hoy es la calle Ángel Guimerá, lo hacían sobre terrenos robados a la huerta. Desde entonces -y parafraseando a Julio Anguita- “producto, producto, producto” podría ser el lema que ha marcado la trayectoria de este restaurante. Y es que el secreto de Rausell se desvela nada más acceder al local y comprobar el espectacular género que se muestra sobre su barra.
Buena gamba roja de Dénia, enormes cigalas, berberechos, navajas gallegas, jamón ibérico cortado a mano, unas patatas bravas a la antigua usanza (sin ketchup ni salsas de bote), puntillas, calamares y sobre todo una soberbia ostra Napoleón –probablemente la mejor de la ciudad- hacen que la opción de comer en directamente en la barra sea la más atractiva de Rausell.
Buena gamba roja de Dénia, enormes cigalas, berberechos, navajas gallegas, jamón ibérico cortado a mano, unas patatas bravas a la antigua usanza (sin ketchup ni salsas de bote), puntillas, calamares y sobre todo una soberbia ostra Napoleón –probablemente la mejor de la ciudad- hacen que la opción de comer en directamente en la barra sea la más atractiva de Rausell.
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En los arroces la oferta también es amplia. La mayoría de ellos son marineros, sin olvidar la huerta, como en el de bogavante y alcachofas, o de sabores más contrastados como en el deslumbrante de boletus con puntillas. En la carne, el buey se lleva la palma, y se atreven con el «wagyu» criado al estilo de Kobe o el «angus» estadounidense, aunque no faltan chuletones nacionales del Esla, debidamente madurados en la cámara.
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Buen lugar también para cerrar la comida con un gin-tonic. Los hermanos Rausell tienen más de setenta referencias de ginebras y una buena mano para combinarlas. Y a pesar de todo, el importe de la cuenta siempre es comedido.
Para los que andan con prisas, la tienda para llevar cuenta con unos fenomenales arroces y un codillo bávaro asado sobresaliente.